
Mayoritariamente integrada por jóvenes, la
Asociación actualmente se haya presente en 78 países. Sus miembros de vida consagrada practican el
celibato y se dedican íntegramente al apostolado, viviendo en casas destinadas
específicamente para hombres o para mujeres que alternan vida de recogimiento,
estudio y oración, con actividades de evangelización en las diócesis y
parroquias haciendo especial énfasis en la formación de la juventud.
Aunque no profesan votos y se mantienen en estado
de laicos - con la excepción de algunos que abrazan las vías del
sacerdocio - los
Heraldos del Evangelio procuran practicar en toda su fascinante pureza, los
consejos evangélicos. Viven normalmente en comunidades masculinas o femeninas
en un ambiente de caridad fraterna y disciplina. En sus casas se fomenta la
vida de oración y estudio, de acuerdo con la sabia orientación que diera el
Papa Juan Pablo II:
“La formación de los fieles laicos tiene como
objetivo fundamental el descubrimiento cada vez más claro de la propia vocación
y la disponibilidad cada vez mayor para vivirla en el cumplimiento d ella
propia misión” (CHRISTIFIDELIS LAICI,58).
Su
fundador es Mons. João Clá Dias.

Otra categoría de miembros son los Cooperadores,
los que “aunque se sientan identificados con el espíritu de la Asociación, no
pueden comprometerse plenamente con los objetivos de ella por sus compromisos
sacerdotales, o el hecho de pertenecer a un instituto de vida consagrada o
sociedad de vida apostólica, o por sus deberes matrimoniales o profesionales”.
Laicos, casados o solteros que viven totalmente
en el mundo, sacerdotes, diáconos, religiosos, religiosas, laicos de vida
consagrada o miembros de otras de otras asociaciones o movimientos
apostólicos, los Cooperadores de los Heraldos del Evangelio, además de observar
los deberes y preceptos propios a su estado, se esfuerzan por vivir en
conformidad con el carisma y la espiritualidad de la Asociación, dedicando a
ella su tiempo libre y comprometiéndose a cumplir ciertas obligaciones.
Finalidad
En los primeros artículos de sus estatutos se
encuentra delineada la vocación de los Heraldos del Evangelio:
“Esta Asociación … nació con la finalidad de ser
instrumento de santidad en la Iglesia, ayudando a sus miembros a responder
generosamente al llamamiento a la plenitud de la vida cristiana y a la
perfección de la caridad, favoreciendo y alentando la más íntima unidad entre
la vida práctica y la fe. ....
Además de esos, la Asociación tiene como fin la
participación activa, consciente y responsable de sus miembros en la misión
salvífica de la Iglesia mediante el apostolado, al cual están destinados por el
Señor, en virtud del Bautismo y de la Confirmación. Deben, así, actuar en pro
de la evangelización, d la santificación y de la animación cristiana de las
realidades temporales."
Espiritualidad
Los Heraldos tienen su espiritualidad cimentada
en tres puntos esenciales: la Eucaristía, María y el Papa, como está definido
en sus estatutos:

Estos puntos están
representados destacadamente en el blasón que los distingue.
Carisma
Su carisma lo lleva a procurar actuar con
perfección en busca de la pulcritud en todos los actos de la vida diaria,
incluso estando en la intimidad, lo que está expresado
en el sublime mandato de Nuestro Señor Jesucristo: “Sed perfectos como vuestro
Padre Celestial es perfecto” (Mt.5,48 pulcritud).
Para el Heraldo del Evangelio este llamado a la
perfección no debe quedar restringido a los actos interiores sino
exteriorizarse en sus actividades, de modo que mejor reflejen a Dios. Esto
quiere decir que el Heraldo del Evangelio debe revestir de ceremonial sus
acciones cotidianas, sea en la intimidad de su vida particular, sea en público,
en la obra evangelizadora, en el relacionamiento con sus hermanos, en la
participación de la Liturgia, en las presentaciones musicales y teatrales o en
cualquier otra circunstancia.
Con razón recuerda el Santo Padre en la Carta a
los Artistas, la oportuna enseñanza del Concilio Vaticano II:
"El mundo en que
vivimos tiene necesidad de belleza para no caer en el desespero. La belleza
como la verdad, es la que trae alegría al corazón de los hombres, y es este
fruto precioso el que resiste el paso del tiempo, que une a las generaciones y
hace comulgar en la admiración".
Evangelización con la
Cultura y el Arte
Por ver en la Cultura y en el Arte eficaces
instrumentos de evangelización, los Heraldos habitualmente echan mano de la
música tanto por instrumentos como por voces.
Así es que grande número de coros, orquestas y
conjuntos musicales fueron constituidos por los Heraldos, a fin de llevar su
mensaje de Fe y de Esperanza a la Sociedad contemporánea.
Este papel tan importante del arte ha sido
resaltado por el Papa Benedicto XVI -él mismo un gran apreciador de la música-
en varias
ocasiones, como por ejemplo en las palabras finales de agradecimiento por el
concierto ofrecido por el Presidente de la República Italiana por ocasión de su
tercer aniversario de Pontificado el 24 de abril de 2008:
"Existe una misteriosa y profunda relación
entre música y esperanza, entre canto y Vida Eterna. Por este motivo la
tradición cristiana representa a los espíritus bienaventurados, en cuanto canta
en coro, raptados y extasiados por la belleza de Dios.
Sin embargo, el auténtico arte, como la
oración, no nos hace ajenos a la realidad cotidiana sino que nos conduce a ella
para “impregnarla” y hacer que reviva, para que dé frutos benéficos de
paz".
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