miércoles, 25 de abril de 2018

Heraldos del Evangelio y el Apostolado del Oratorio

   ¿Quién lo promueve? ¿Con qué objetivo? ¿En qué consiste? ¿Cómo se desarrolla? María Reina de los Corazones es un apostolado promovido por los “Heraldos del Evangelio”, en estrecha colaboración con la Asociación Cultural Salvadme Reina de Fátima.
      Tiene por objetivo cooperar con los Obispos y párrocos en la labor apostólica de la nueva evangelización, atendiendo a los insistentes llamamientos del Papa Juan Pablo II. De una manera especial, trabajar para que los católicos no practicantes pasen a participar en la vida eclesial de sus respectivas parroquias.
      En su actuación, se empeña por alcanzar sobre todo a las familias, incentivándolas a un compromiso efectivo con las actividades parroquiales. El Apostolado consiste básicamente en hacer peregrinar de casa en casa un oratorio de Nuestra Señora de Fátima. Cada familia recibirá el Oratorio en su hogar una vez por mes, en un día fijo. En ese día, invitará amigos, parientes y vecinos para juntos hacer la lectura de un pasaje del Evangelio, seguida de unos minutos de reflexión; rezar un rosario y un acto de consagración de la familia a Jesucristo, por medio de María.
      Cada grupo de 30 familias recibe asistencia y orientación de un(a) coordinador(a), de preferencia un matrimonio. El Apostolado del Oratorio se realiza siempre en armonía con el plan pastoral de cada Diócesis y de sus respectivas parroquias.
¿Cómo puedo participar?
— Formando un grupo de familias y convirtiéndose en su coordinador o responsable.
— Recibiendo un Oratorio en su casa. Habitualmente una vez al mes. 
Incríbase:

Llámenos desde España al teléfono: 902 115465, o rellene el cupón que aparecerá al presionar en el botón Participar.

      Participe en esta iniciativa y diga como el Papa Juan Pablo II, en la Consagración del Milenio a la Santísima Virgen: “Madre, tal como el apóstol Juan, queremos recibirte en nuestra casa para aprender con tu Hijo” (8 de octubre de 2000)

miércoles, 11 de abril de 2018

¡Náufrago por la noche en el Rio Amazonas!

Publicado 2018/04/05
Autor : Katsumassa Sakurata
El hecho que voy a narrar encierra una importante lección para todo católico: por más desesperantes que sean las circunstancias, es preciso no perder la confianza en la Providencia.

En la oscura madrugada del día 8 de noviembre de 1997, a las tres horas, zarpamos del puerto fluvial de Manaos, rumbo a Belén de Pará, en una balsa de transporte de camiones. Midiendo aproximadamente 70 metros de largo por 18 de ancho, ella era impulsada por un remolcador en la parte trasera.
En ese viaje, la gran embarcación transportaba 25 automóviles. Entre ellos, adelante, estaba colocada la camioneta en la cual -con siete amigos más, laicos como yo- recorría el norte de Brasil, divulgando la devoción a la Virgen.
La caída en el río
Alrededor de las cuatro, cuando aún muchos se preparaban para dormir, fui hasta la camioneta a buscar algunos papeles. Debido a la densa oscuridad de una noche sin luna, pisé inadvertidamente en falso, cayendo en las aguas, ¡enfrente de la balsa que avanzaba!
No encontré cosa alguna en qué agarrarme, ni siquiera tuve tiempo de gritar, de tal forma la caída fue inesperada. Yo tenía certeza de que nadie había visto ni oído mi precipitación en las devoradoras aguas del inmenso río. ¡Al caer, el primer pensamiento que me ocurrió fue que sería cogido y destrozado por la hélice del remolcador!
Inmediatamente fui tragado debajo de la balsa. Por más que luchaba, no conseguía salir de debajo del casco siendo golpeado repetidamente. Me aterrorizaba la idea de la hélice que se aproximaba. Ya casi sin aliento, nadé en el sentido que me parecía desviarme de ella. Y - ¡enorme alivio! -al final pasó la balsa y me encontré vivo en la superficie.

Lucha con el piloto
Al emerger, percibí que estaba próximo del remolcador y grité pidiendo socorro tres veces. A pesar del fuerte ruido del motor, mis gritos fueron oídos por uno de mis amigos y un marinero que allí se encontraban. Si no fuese eso, mi ausencia sólo habría sido notada al día siguiente...
El marinero subió inmediatamente a la torre de comando para avisar al piloto. En cuanto eso ocurría, mi amigo averiguó y constató que el náufrago era yo. El piloto, entretanto, se negaba a volver para recogerme, argumentando:
-No quiero desanimarlo, pero es prácticamente imposible que su compañero sea rescatado vivo.
A esas alturas, mis otros amigos se juntaron al primero. Uno de ellos, más fogoso y decidido, amenazó enérgicamente al piloto de "serias complicaciones", además de un proceso judicial, caso que no tomase inmediatamente todas las medidas para intentar salvar la vida del náufrago. Los argumentos categóricos, y sobre todo, la fuerte complexión del interpelante obtuvieron el resultado deseado.
Sólo en un río océano y en la oscuridad
En cuanto eso ocurría en el remolcador, yo me encontraba boyando en medio de las pequeñas ondas, viendo las luces del barco alejarse y el ruido del motor cesar por completo. En poco tiempo, no vi ni oí nada más...
Sólo en aquella oscuridad, a muchos kilómetros de cualquier margen del río, invocaba incesantemente el auxilio de Nuestra Señora y de mis santos protectores. ¡Nunca en mi vida recé con tanto ardor!... Pronto me vi tranquilizado por un sentimiento de confianza y resignación.
En la balsa, el piloto redujo la marcha del motor y comenzó a hacer la maniobra de media vuelta. Era una operación muy difícil en medio de la oscuridad porque, sin instrumentos de navegación, el único punto de referencia eran las luces de la central termonuclear de Manaos, a 20 kilómetros de distancia.
Me quedé flotando alrededor de 20 minutos. Pensé en la muerte, y encomendé mi alma a Dios y a la Virgen Santísima. Me vino a la mente lo que sabía del río Amazonas: en él viven más de 300 especies de pirañas, además de otros peces mayores y feroces... Me agobiaban esos tristes pensamientos cuando, para mi sorpresa... ¡veo las luces de la balsa que estaba regresando!
Dos de mis compañeros de actividades apostólicas se colocaron en la proa, provistos de una buena linterna, y cuando la balsa se aproximó, pronto consiguieron localizarme.
Entretanto, por increíble que parezca, no tuve tiempo ni fuerzas para salir de la ruta de la embarcación que venía en mi dirección y ¡ella pasó implacablemente por encima de mí una vez más!
El rescate
La corriente del río dificultaba la maniobra de la balsa. Al final, alguien me tiró una boya. No obstante, la cuerda era insuficiente y yo estaba demasiado debilitado para dar algunas brazadas. Era necesario que alguien saltase al agua para traerme la boya. Un marinero se negó a hacerlo alegando que no sabía nadar.
Entonces uno de mis amigos -viendo que nadie haría nada y que mis fuerzas se iban agotando rápidamente- se lanzó al agua, nadó hasta mí y me puso la boya en las manos. Me agarré a ella como pude y fui alzado hasta la balsa. Un poco más de demora, habría perdido totalmente las fuerzas y me habría hundido.
Jadeante, sin conseguir siquiera hablar, me senté en una silla de la cubierta. ¡Me costaba creer que allí estaba, sano y salvo! Conmovido hasta las lágrimas, agradecía a la Virgen el milagro que ella había obrado en mi favor.
La declaración del experimentado piloto corrobora mi convicción del milagro. Él afirmó que, en 30 años de navegación en el Amazonas, no conocía ningún caso de rescate de náufrago con vida en ese río en la noche.
Con ese trágico episodio, aprendí una gran lección: que, por más desesperada que sea cualquier situación, nunca debemos desanimar, pues si nos encomendamos con confianza a Nuestra Señora, Ella nos ayudará.

lunes, 9 de abril de 2018

El mejor fundamento de nuestra confianza

Publicado 2018/04/04
Autor : Redacción
La confianza es, por tanto, infundida en el alma por el Espíritu Santo y, como todas las gracias y dones, pasa invariablemente por las manos de la Virgen.
Si quæris cælum, anima, Mariæ nomen invoca... - Invoca el nombre de María, oh alma, si deseas alcanzar el Cielo. Al nombre de María, las culpas huyen, y las tinieblas, el dolor, la enfermedad, las heridas". Esta sencilla oración, cuyo origen se pierde en las antiquísimas tradiciones de la Iglesia, es una hermosa glosa de la exclamación del salmista, todavía más antigua: "Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo" (Sal 22, 4).
Vemos cómo la vida de los santos está cuajada de estertorosas aflicciones, dolores y perplejidades. A decir verdad, el sufrimiento es la característica de la santidad. La vida de toda persona virtuosa acaba siendo, tantas veces, una sucesión de fracasos o incluso de tragedias. De esto nos da ejemplo Job, que ante los infortunios exclamó: "El Señor me lo dio, el Señor me lo quitó; bendito sea el nombre del Señor" (Job 1, 21).
Llama la atención, sin embargo, que haya personas que en tales situaciones extremas encuentren fundamentos tan sólidos para mantener la calma y la serenidad, hasta el punto de que en su alma llegan a florecer esas conmovedoras expresiones de piedad y de fe. ¿De dónde les viene eso?
Se suele definir a la confianza como "la esperanza fortalecida por la fe", y ésta, a su vez, es una gracia que ilumina "los ojos del corazón" (cf. Ef 1, 18). Las verdades reveladas pueden parecer oscuras a la razón y a la experiencia humanas, pero la certeza dada por la luz divina es mucho mayor que la dada por la luz de la razón natural. En esa seguridad sobrenatural el alma encuentra motivos que le alimentan la esperanza de alcanzar la eternidad feliz y el consuelo definitivo para sus males actuales.
La confianza es, por tanto, infundida en el alma por el Espíritu Santo y, como todas las gracias y dones, pasa invariablemente por las manos de la Virgen. Ella no se basa en conceptos teóricos, sino en una certeza interior puesta en el corazón del hombre que lo ordena por completo. Aporta en consecuencia una gran calma, una convicción de que la vida y el sufrimiento tienen sentido, por muy árido y tortuoso que sea el camino.
El que experimenta esa acción apaciguadora de la gracia conoce los efectos de una misericordia insondable, de una bondad que lo envuelve por entero. Siente en su interior la compasión de esa Madre que atiende a su hijo rebosante de pena, con una dadivosidad pacientísima e inagotable, dispuesta a ayudar en grado inimaginable en cualquier momento. Y adquiere la certeza de que la Virgen puede y quiere arreglar cualquier situación, siempre que hacia Ella nos dirijamos.
Esa misericordia insondable, que se multiplica solícita para atendernos, es el mejor fundamento para nuestra confianza. ¿Qué hemos de hacer para conseguirla? Al ser una gracia, no depende de nuestro esfuerzo; basta pedirla, y Ella nos la dará... porque quiere dar. Sólo espera nuestra petición...
 Heraldos del evangelio, Mexico, Paulo Eduardo Roque Cardoso, arautos do evangelho, arauto 

domingo, 8 de abril de 2018

Los jóvenes alejados: objetivo de la nueva campaña de promoción de la asignatura de Religión de los Obispos de España

La campaña "Me apunto a Religión" desea poner en manos de los jóvenes adolescentes la decisión de optar por la clase.
Madrid (Sábado, 07-04-2018, Gaudium Press) La Conferencia Episcopal Española presentó el pasado 06 de abril la campaña "Me apunto a Religión", realizada para que en el momento de la matrícula de los colegios e institutos, los jóvenes pidan realicen la inscripción en esta asignatura. Según informó la CEE, por primera vez la campaña se dirige principalmente a los adolescentes y a los jóvenes que ya no se inscriben o que nunca se han inscrito en las clases. El eslogan seleccionado para promover esta idea es "Si te lo cuestionas todo, cuestiónate por qué no ir a Religión".
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Rueda de prensa de presentación de la campaña "Yo me apunto a Religión". Foto: Conferencia Episcopal Española.
"La dirección de la campaña hacia el público adolescente se decide por el hecho de que se constata cómo, a partir de los 12-13 años, son los mismos alumnos los que toman la decisión sobre la inscripción en la clase de religión", explicó el comunicado oficial de la Conferencia de Obispos. "Después son los padres los que, sobre esta decisión, realizan posteriormente la matrícula". Una parte de la campaña también se dirige a los padres para recordar el derecho de elección del modelo educación que desean para sus hijos y motivarlos a apoyar la educación religiosa superando los obstáculos que puedan encontrar en el momento de la inscripción.
La página web creada para la campaña incluye un cuestionario para los jóvenes en el cual se motiva a aprender, cuestionar y comprender aspectos como la historia de las relaciones humanas, la cultura y las costumbres, el arte y las humanidades en relación con el aspecto de la religión, de gran importancia para todas las civilizaciones a lo largo de la historia. La campaña destaca la necesidad del conocimiento sobre la religión para conocer la propia sociedad, desarrollar valores más humanos y comprender la participación y la relación de la religión en acontecimientos globales de gran impacto en la actualidad.
La Conferencia Episcopal recordó que 3.5 millones de alumnos eligen libremente la asignatura de Religión, la cual es cursada por más del 60% de los estudiantes en niveles de infantil, primaria y secundaria. El 65% de los profesores de Religión trabajan en centros concertados, mientras que el 35% imparten la asignatura en centros de educación públicos.
Con información de Conferencia Episcopal Española.
http://es.arautos.org/view/show/94310-los-jovenes-alejados-objetivo-de-la-nueva-campa-a-de-promocion-de-la-asignatura-de-religion-de-los-obispos-de-espa-a